12 abril 2007

El mate

Cada país tiene sus tradiciones y costumbres. En la Argentina, tomar mate es parte de una antigua cultura heredada de los gauchos. Esta “bebida” es una infusión como lo son el té o el café. Sin embargo, los argentinos no toman mate para saciar la sed, sino como parte de un ritual cotidiano. Por eso, es muy común que alguien llegue a una casa y el anfitrión pronuncie dos frases: “hola”, “¿tomamos unos mates?”.
En todas las casas del país hay mate. No importa cómo esté la situación económica: el mate no distingue entre ricos y pobres. No hace diferencias por género y se comparte tanto entre adultos empresarios en oficinas, como entre los jóvenes mientras estudian, pero más aún en el campo.
El mate está compuesto principalmente por la yerba mate, una planta que se cultiva en las zonas tropicales y lleva un proceso que va desde el secado de las hojas, trituración y preparación; y contiene diversas propiedades benéficas, incluso más nutritivas que el té. Se puede tomar amargo (sin azúcar) o dulce; en cualquier momento del día o directamente a toda hora. Algunas personas lo toman solas y otras en compañía; pero siempre es mejor en grupo ya que el compartir el mate es símbolo de unión.
Su preparación es muy variada, y para mucha gente es un verdadero ritual donde hay que seguir cada paso milimétricamente.

Los secretos de su preparación
Para prepararlo es necesario tener un "porongo", que es el recipiente que sirve de contención y puede variar en forma y tamaño. Los más utilizados son de calabazas, madera y metal. Luego se le agrega la yerba, que se puede elegir con palo y sin palo. También hay una gran variedad de sabores: con cáscaras de limón, naranja o pomelo; con hiervas del litoral, barbacuá, de campo o de monte, entre otras. Además, se puede optar por agregar cáscara de naranja seca, hierbas aromáticas, menta o cedrón.
Por último, se necesita una bombilla, que es una varilla ahuecada que puede ser de metal, plástico o madera y es la que permite el pase del agua desde el interior del porongo hacia la boca.
Se aconseja que el agua no hierva, ya que se quema la yerba y pierde el sabor característico. Otro consejo es que al servir el primer mate, lo mejor es dejarlo reposar un instante para que la yerba se humecte bien.
La persona que prepara el mate para todos se llama “cebador”. Cebar no es sólo servirlo, sino que implica mantenerlo en buenas condiciones mientras dure la ronda. Un mate bien cebado, siempre debe conservar espuma sin dejar yerba flotando en la superficie. Si ésto ocurriera, se trataría de un “mate lavado” y en tal caso, debe cambiarse la yerba.

Los mitos que rodean al mate

Muchos mitos rodean el arte de cebar mates. El mate transmite también estados de ánimo, y por eso se dice que saber cebar es todo un arte. Un cebador y un buen conocedor de los mitos que rodean al mate pueden comunicarse sin hablar, e intercambiar sentimientos como amor, amistad e incluso indiferencia. Se dice, por ejemplo, que si el cebador ofrece un mate amargo, frío o demasiado caliente significa “indiferencia” hacia esa persona; si de lo contrario le brinda un mate dulce, puede significarse “amor” o “amistad”; y con un mate lavado querría transmitir “rechazo”. Claro que como éstos, hay muchos ejemplos más.

Según la tradición, se considera al primer mate como “el mate del zonzo” y por esa razón lo debe tomar el cebador. De lo contrario, se consideraría una ofensa para el resto de los que participan en la “ronda matera”. Para muchos argentinos no hay nada mejor que juntarse una tarde a compartir una ronda de mates con amigos. El mate está presente en la vida de la gran mayoría, porque más allá de ser una costumbre nacional muy antigua, sirve como excusa para compartir muchos buenos momentos y charlas larguísimas.
Compartir una ronda es mucho más que absorber de una bombilla y comer bizcochitos (pancitos de grasa) para acompañarlo. Significa unión. ¿Por qué? Es simple: porque cuando un grupo de personas se reúnen y toman mates, cada uno no va a tener un recipiente individual, sino que el mismo mate se comparte entre todos. Es algo así como “de boca en boca, de corazón en corazón”, según dicen las tradiciones. Todos toman del mismo lugar.
También se dice que la bombilla no debe lavarse ni enjuagarse entre un tomador y otro, porque esa actitud podría tomarse como ofensiva.
Cuando la bombilla se tapaba y el acceso del agua se obstruía por la yerba, los antiguos cebadores “rascaban” o “acariciaban” el mate en su parte inferior y hasta hoy esta costumbre sigue vigente.
Para algunos, el sabor del mate los traslada en el tiempo, a su niñez y les recuerda a sus madres y abuelas que les preparaban “mate con leche”, que es el que se hace reemplazando parte del agua por leche; también remite a esas horas interminables con amigas y amigos, y además es costumbre tomarlo a toda hora cuando se está haciendo una dieta, ya que quita el apetito.
El mate es muy diferente a cualquier otra bebida. Su sabor es muy personal y difícil de describir. Es por eso que todos los extranjeros que visitan el país y lo prueban, ninguno nunca pudo comparar su sabor con otra bebida. Así que lo más rico del mate es enriquecerse culturalmente degustando, aunque sea por una vez en la vida, una bebida característica del Sur de Latinoamérica.


03 febrero 2007

Estado Salvaje

Una vez fuimos cuatro periodistas los que encabezamos el proyecto que por primera editorial publicó "Estado Salvaje": dos mujeres y dos hombres. No opinamos igual y siempre pensamos que esto iba a ser un problema. Cada uno es como un partido político con campañas propias. Y por eso, no dudamos que a lo largo de cada edición nos encontremos con un piquete en la imprenta o un paro en la redacción. Igualmente, contra todo riesgo, decidimos formar parte de un “gobierno editorial” llamado Versus. Eso fuimos, eso somos nosotros: debate, crítica, análisis y opinión. No siempre desde nuestro punto de vista, sino que contaremos con la palabra de profesionales para explicar, si es que se puede, por ejemplo, la histeria femenina (podía verse entonces Las diez...) o el punto de vista de una mujer sobre la conducta del hombre ante la pasión el futbolera (existió Un domingo...). Pero no fuimos sólo hombres contra mujeres, sino todos contra todos. La gran batalla de nuestra primera edición publicó Cristina vs. Chiche. En esta “República” no hay espacio para las alianzas.